lunes, 2 de enero de 2012

Típica historia, pesadilla sin final...

Llega enfurecida del instituto otro día más. Sabe que siempre es igual, llegará dejará la mochila y su madre empezará a gritarle; ella, cómo no, le gritará también y empezará a pagarlo con su hermana pequeña... Luego, a la hora de el almuerzo, se deprimirá y su madre se volverá a alterar: ¡Niña! Estás delgadísima, quiero ver como te terminas ese plato... O cosas semejantes. Se levantará alterada y correrá a su habitación a refugiarse entre temas de rock... Quiere cambiarlo, sabe que puede hacerlo, pero puede que sea el miedo o simplemente su característica dejadez los que se lo impidan.
    Hoy todo va a ser diferente, piensa. No se dónde hallar la solución, pero estoy harta de siempre lo mismo. Hoy decide no ir a casa, lleva la maleta llena, por un día. No precisamente con libros... Sabe que no está bien, que esto que está haciendo es una asquerosa chiquillada que hacen los críos inmaduros para, quizá, llamar la atención. Ella lo hace en serio, no puede aguantar entre tanto odio y rechazo hacia su personalidad... No sabe que coño va a hacer con su vida, está agobiada, se siente como una auténtica gilipollas, como, como, como.... Se sentía muerta. Estaba harta de ser "rara", "diferente"... De no encajar, estaba harta de los insultos, de su fealdad, de su personalidad que tanto resaltaba, de su estilo. Pero qué hacer, no podía fingir ser quien no era. No, no podía hacerlo... Subió poco a poco los peldaños de la escalera, llegó a casa pero ni siquiera saludó, se encerró en su habitación... Decidió que todo, absolutamente todo iba a cambiar, pero no de la manera en la que había pensado, no :3 
Decidió ser totalmente quien era, sin importarle una mierda lo que pudieran pensar los demás, incluyendo a sus amigos. Seré yo, se decía, y estaré siempre orgullosa de serlo....


 

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